La construcción de 274.272 pupitres en varios centros penintenciarios del Ministerio de Justicia y Paz, entre 2008-2018, fue clave para reducir el déficit que enfrentó el Ministerio de Educación a inicios de esta década.
La fabricación estuvo a cargo de privados de libertad de los talleres industriales en los centros penitenciarios instalados en Jorge Arturo Montero (La Reforma), en el Marcus Garvey (Limón) y en el Carlos Luis Fallas (Pococí).
Adicionalmente, desde estos talleres se han entregado 5.854 juegos de preescolara la Dirección de Infraestructura y Equipamiento Educativo (DIEE) del MEP.
Fue así como el trabajo en estos Centros permitió que durante la última década, el 60% de los pupitres y de los juegos de preescolar que han llegado a las aulas de las instituciones de educación pública fueran elaborados por privados de libertad.
“Se llegó a hablar de que hubo momentos en que los estudiantes se debían sentar en el suelo. Hoy eso solo ocurriría si un Director de un centro educativo no ha realizado el trámite debido”, expresó Alberto Rodríguez, funcionario del DIEE.
Este aporte de mobiliario educativo empezó a diversificarse desde el 2017, primero con una nueva línea de juegos de comedor, de los que se han entregado 1.500 y en el 2018 con juegos de biblioteca. Desde entonces, se han entregado 500.
Adicionalmente, desde el 2009 se generó una competencia de calidad con proveedores privados, que fueron reduciendo sus precios para lograr ser competitivos ante la oferta que presentaban los productos elaborados por el taller industrial de los centros penitenciarios.
En general, el costo unitario de cada pupitre de oferentes privados se redujo en 16% en esta década.
La inversión realizada por el MEP en esta década para este mobiliario educativo adquirido al Ministerio de Justicia y Paz supera los ₡7.757 millones.
Un taller para la vida
Jonathan Fonseca, encargado del taller en el Centro Jorge Arturo Montero, expresó que estos trabajos tienen una doble función que favorece los procesos de reinserción de los privados de libertad: “La ocupación tiene un punto de vista sicológico y terapéutico, los mantiene ocupados y les genera un ingreso, que para muchos es importante para apoyar a sus familias. Y les da una herramienta, que se mejora con cursos del INA, con formación en soldadura y ebanistería”, dijo.
En la actualidad, en los talleres industriales del CAI Jorge Arturo Montero laboran 50 privados de libertad en todo el proceso, mientras en los otros Centros entre 30 y 40 beneficiarios del convenio laboran en las estructuras.
William Quesada, un privado de libertad que tiene año y tres meses de laborar como pintor y ebanista, destacó el proceso de aprendizaje que lleva. “Yo sabía un poco de pintura, pero aquí lo he tomado con más seriedad. Me han enseñado mucho, y además de los ingresos que esto me reporta, me da la confianza de que si pude aquí, voy a poder ganarme la vida cuando salga”, declaró.
Una esperanza similar tiene Freddy Alonso Chacón, quien se incorporó al taller como soldador en el 2016 y espera obtener su libertad en dos meses. “Aquí aprendí a soldar y eso me permite tener la expectativa de que cuando salga, pueda buscar trabajo en esto. En el taller nos esforzamos mucho; aquí no se trata solo de un trabajo, sino de aprendizaje”, expresó.
Se trata de una oportunidad que quienes la reciben procuran aprovecharla al máximo. Fonseca comentó que la rotación en estos talleres es de aproximadamente de un 5 a un 10% anual, con lo que el trabajo, además de contribuir a dotar a los estudiantes de mejor mobiliario, se convierte en una escuela para mejorar las posibilidades laborales de los privados de libertad.